Uno de los grandes desafíos de la universidad mexicana
actual es caminar hacia esquemas de evaluación flexibles y pertinentes al momento histórico
en el que se encuentra, que le permitan llevar a cabo trasformaciones profundas. Lo anterior,
con el propósito de contar con mejores esquemas para garantizar servicios de calidad,
rendición de cuentas y un impacto académico y social en las funciones sustantivas que
desempeña desde el ámbito de la gestión vista como una totalidad, así “la gestión no es una
tecnología neutra ni una tarea de ingeniería: es una labor de construcción, preservación y
proyección en el tiempo de los elementos que convierten a la organización en una institución
que involucra a muy diversos actores y que encuentra su razón de ser en los fines a los que
sirve y en los resultados que alcanza” (Martínez- Nogueira & Góngora, 2000, p. 11).
Además, se requieren contar con sistemas de información que permitan a las
instituciones de educación superior eficientar sus recursos financieros y humanos al tomar
decisiones basadas en datos en tiempo real para afrontar de manera estratégica los procesos
de evaluación y acreditación institucionales, ya que existen elementos internos de difícil
medición inherentes a las dinámicas de trabajo.
Tal como hoy operan los procesos de evaluación y acreditación institucional no
contribuyen a la valoración de aspectos de difícil medición, dada su complejidad derivada de la
multiplicidad de factores, específicamente, la generación, transmisión y aplicación del
conocimiento. Y que, por el contrario, impliquen el desgaste de los responsables de coordinarlos
en cada una de las instituciones (Buendía Espinosa, 2013, p 30.).
De esta forma, las Universidades en México se encuentran en una encrucijada donde
requieren contar con metodologías y herramientas que les permitan medir sus avances y
logros no solo a través de los lentes de un evaluador externo, sino en el marco de su
autonomía, desarrollar procesos propios de autoevaluación y mejora continua que
coadyuven en el cumplimiento de su proyecto institucional permitiéndoles avanzar en todos
los requerimientos nacionales e internacionales. Ante esto, existe un vacío en modelos de
evaluación institucional, que surjan de la capacidad endógena de las propias universidades,
que posibiliten establecer escenarios y medir periódicamente los resultados de sus propios
procesos, normatividad, planeación, eficiencia en el manejo de los recursos e incluso de la
propia organización interna.
Análisis y evaluación de la gestión desde plataformas tecnológicas: el caso de la UAEM
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